Aún no conozco a nadie que no le guste.
Como es blasfema, sacrílega, herética y extremadamente cachonda, es imprescindible para los días lloriqueantes. Entera y deteniéndose en la escena final. Recomiendo analizar frase por frase la profundidad vital de la canción. La mejor lección de filosofía, lo demás son gaitas.
martes, 17 de febrero de 2009
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